Dijéronme que no es lo mismo reflejar a Ser, pero el reflejo no se puede abrazar y siento en mí tu cálida caricia.
La esencia vital mora en el interior del Ser, si morase en el reflejo perdería su calor, su relación, abandonaría su sentido pues tú eres esencia que basa la vida y la vida se apoya en el Ser.
Así ciega Dios a quien quiere perderse. ¿Seré yo, víctima de mi pensamiento, de mi imperfección, un cuerpo cualquiera con mente cualquiera, que desobedece a los principios que todos recitan como si fueran dogma?
Sígome diciendo que tu casa es lo objetivo y lo subjetivo, lo material y lo inmaterial, el cuerpo y la mente.
Pues en todo hay razón, en todo veo sentido, hay una conexión que abarca todo lo existente y que se mantiene por ser el ser, no en su reflejo donde no se halla interrelación si no separación.
Si tú morases allá, el sentido estaría allí donde te presenciaras. Pero el sentido está aquí y el sentido es esencia y tú eres esencia.
Al amor, el cual es incorpóreo y a su vez corpóreo, corresponde la prueba del sacrificio. El amor es entrega y yo entiendo el mundo con amor tal cual fue originado. Dándome pruebas estás, si al pensar, racionalizo que ser eterno y único eras, y ante mis ojos se materializa el amor y con él la eterna materialidad del universo. Dicho amor tuvo que tener su sacrificio y ante mis ojos es la existencia única a lo que fue tu eterna morada para llegar a ser este atiborrado hogar.
No cabe en mi mente imaginar que como telespectador estás, allá donde dicen que permaneces observando minuciosamente. Es muy limitado, pero tú sobrepasas lo limitable, pues no estás enteramente ni aquí ni allá si no en todo.
En contracorriente me avisan estar pues a como dicen, ya dijiste lo que tenías que decir, pero en ello no encuentro sentido.
Todo lo escrito está plasmado por estas manos, controladas por estos nervios, regidos por este cerebro donde se reproducen los pensamientos, donde nace la inmaterialidad y tú eres inmaterialidad.
