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martes, 11 de enero de 2011

Capítulo 1; el amor toca la puerta.

Hoy quiero alejarme del mundo, no quiero pensar en el instituto, ni en el dinero, ni en nada. Quiero darme unos minutos, quiero contaros una pequeña historia, una historia la cual relata cómo de una tragedia podemos sacar algo bonito, algo hermoso que es la reflexión de un hecho vivido. El intentar sacar un rayo de luz en una noche oscura.
Puedo tardar varias entradas, pues intentaré desarrollar esta pequeña novela. Agradecería que comentarais si queréis, vuestra opinión. 



Capítulo 1; el amor toca la puerta.

Nunca sabemos cuando la vida nos va a dar una sorpresa. Puede ser en cuestión de minutos, incluso segundos. Todo lo que creemos que es no es. Todo puede cambiar drásticamente, no sabemos en qué sitio nacerá una nueva y hermosa flor y en cual morirá una. Ni yo, ni tú sabemos si será mañana cuando caigas enamorada.

El turno que me había tocado hoy era de noche, al parecer pintaba tranquila. Unos contados pacientes entraban con síntomas de resfriado, algún hueso roto, una que otra lesión...
Me tomé un descanso y me preparé un té mientras veía una serie policíaca en la pequeña televisión que teníamos en la sala de enfermería.
No tardó en revolucionarse la noche cuando la sirena de una ambulancia acercarse se oía. Rápidamente salí y me reuní con el resto de enfermeros y enfermeras que estaban en la puerta de entrada.
Los para-médicos abrieron la ambulancia y de ella sacaron a un joven en la camilla.
-Ha sufrido un paro cardíaco, el paciente sufre del corazón y tiene una crisis cardíaca, necesita una intervención de inmediato-.
El chico tenía la vista perdida, no podía situarla en un sitio fijo. De forma inmediata le ingresaron en cuidados intensivos. No tardaron más de diez minutos y ya tenía el electrocardiógrafo conectado, yo estaba a su lado conectando por vía sanguínea el suero. 
Sus ojos de un momento a otro se postraron en los míos, estaba agobiado.
-Tranquilo, se recuperará, está en buenas manos- su cuerpo temblaba y al cabo de unos segundos cesó.
El médico hizo un chequeo y anotó todos los síntomas que percibía.
Salí de la sala, pero preocupada. Algo en ese joven había captado mi atención.
Pasó la noche y no dejé de pasar constantemente por su habitación, comprobando su estado. Prácticamente no pegué ojo.
-Sherlyn, puedes irte ya, llevas una hora más extra, necesitas descansar. Él queda en buenas manos- mi compañera de trabajo Rose estaba preocupada, llevaba toda la noche en vela y era cierto, necesitaba descansar.
-Si ocurre algo, cualquier reacción llámame, si despierta o empeora, cualquier cosa- asintió, me quedé algo tranquila, confiaba en el equipo médico que le asistía.
Recogí todas mis cosas y me fui a casa, eran las 6:25 a.m y la ciudad empezaba a despertar. Al ser tan temprano no tardé mucho en llegar a casa pues a esa hora no había mucho tráfico.
Me deshice del uniforme y me metí en la ducha. El agua caliente relajaba mis músculos y mi mente.
No quería comer, así que me fui a la cama...
Pasaron 6 horas y el teléfono de casa sonó. El ruido del teléfono me despertó y salí escopeteada de la cama directa a contestar.
-¿Diga?- era del hospital.
-¿Sherlyn? Soy yo, Rose. El paciente ha despertado y pregunta por ti. Te ha descrito; cabello recogido de color castaño, ojos marrones, un lunar en el labio- atónita me despedí de inmediato y recogí todo lo necesario. Me cepillé un poco el pelo a la vez que me cepillaba los dientes, agarré otro uniforme y el bolso.
En menos de veinte minutos estaba en el hospital, volé por los pasillos rumbo a la sala de enfermería.
-¿Rose?- esperé una respuesta.
-¡Sherlyn! ya estás aquí, corre cámbiate, te está esperando- tenía interés en ver su estado así que afanada, me cambié.
El uniforme de enfermera se ciñó al cuerpo, siempre que lo tenía puesto pensaba que me hacía un buen tipo.
Me recogí el pelo y me puse el gorrito blanco, acto seguido tomé camino a su habitación, la habitación 07.
-Toma, su historial médico- agarré el papel y leí.
William Smith, su nombre.
Era un chico sano, excepto por tener problemas del corazón. Antes de darme cuenta había llegado a su habitación. La habitación estaba rodeada de vidrieras, para facilitar el seguimiento de los pacientes y así poder observarles mejor.
Tenía los ojos cerrados. Abrí la puerta y entré, al momento abrió los ojos, en su rostro ya se marcaba su ánimo.
-Hola enfermera- la voz pintaba algo débil y lenta, normal para estar en proceso de recuperación.
-Me han notificado que había preguntado por mi pero, ¿qué tal te has levantado?- su mirada, no paraba de observarme.
-La verdad, estoy algo mejor. Me molestan tantos cables y aparatejos- observé el electrocardiógrafo y pintaba mejor que horas atrás.
-No me has contestado a la primera pregunta- medio sonrió.
-Ah, disculpa, pensaba que lo habías afirmado en vez de preguntarlo- mi mirada se cruzó con la suya -Y sí, pregunté por usted porque es el único recuerdo alentador que tengo del suplicio que viví-.
-Es lo que siempre decimos para alentar al paciente y como verá se ha puesto mejor- di un rodeo a la habitación y me acerqué a él para examinar su estado físico, empecé por los ojos.
-Pues sirvió. Por cierto, bonitos ojos enfermera- endurecí mi rostro -¡Oh!, disculpe, no quise ser descortés-
Ignorando su comentario observé el suero y leí la medicación que le estaban administrando.
-Se recuperará pronto, si tiene suerte mañana le daremos de alta- me di la vuelta y me dirigí a la salida, su voz frenó mi paso antes de salir.
-Pues espero recaer, ¿quién ha dicho que me quiera ir?- le lancé una mirada seria, muy seca para mi gusto.
-¡No diga eso ni en broma, podría morir!- su sonrisa era pícara, demostrando algo más, algo de... diversión.
-Espero que sea usted quien me venga a despedir- era realmente mono, no sólo por lo que decía sino por su aspecto. Su pelo no era corto ni largo, estaba despeinado y tenía una tonalidad castaña oscura, poseía una fila de dientes perfectos y blancos, un Adonis herido. El típico prototipo que enamora y que cualquier jovenzuela loca se enamoraría de su encanto, se encontraba tumbado en la camilla, a merced de mis cuidados y yo era esa jovenzuela loca, subiéndome a un barco el cual no sabía a dónde pararía.

3 comentarios:

  1. Cada día me gusta más tu blog,tus entradas,sobre todo esta.
    Un beso si?

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  2. Ouuuuuh *w* muchas gracias, y la voy a continuar, pero... estoy llenísimo de exámenes y bueno U_U no me queda mucho tiempo.
    Así que iré haciéndola en cuanto pueda :P y la subiré en una página para que no me la roben xD.
    Comentarios como los tuyos me animan =) Un besoo !

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  3. Para que veas que te leo de cerquita,sigo dandote el coñazo,sigue escribiendo,porque estaré presionandote de cerquita,tienes todo mi apoyo,vales muchisimo y tienes talento.
    Bua,un beso (:

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