Visítame :D

Clock

viernes, 13 de julio de 2012

Hablar sin conocer realmente.

Curiosamente, todo lo que hoy conocemos lo hemos llamado de una determinada manera que parece "lógica" en nuestro cerebro. Por ejemplo; manzana a un fruto de un árbol. O calcio e hidrógeno. O fuerza cinética o gravedad. 
El lenguaje parece engañarnos, ya que al dotar a un ente de nombre parece ser este, (para muchos), nuestra creación y creemos que nos pertenece, aunque dicho ente lleve años y milenios existiendo.
Llamamos matemáticas a un conjunto de cálculos que sólo nuestra mente puede ser consciente de ellos. Una ardilla por ejemplo, no está planeando construir una bomba atómica, (ateniéndose a los conocimientos previos para su creación).
Llamamos a todas las cosas de una determinada manera para intentar familiarizarnos con todo lo que nos rodea, e incluso, con lo que hay más allá de lo que el horizonte atisba. Matemáticas, Física y Química, parecen ser nuestras aliadas pues podemos conocerlas, calcularlas, nombrarlas y probarlas. 
Ahora bien, todo lo existente ya ha existido antes de nosotros nombrarlo, todo cálculo pese a no ser calculado por un humano, ya tenía su propia solución y funcionaba con precisión.
Ya el mundo funcionaba antes de nosotros conocerlo, el hombre no pinta nada en el universo, este no influye en absoluto al funcionamiento de la Gaia madre. ¿Entonces la rabia del hombre hacia Dios nace por no poder probarlo, conocerlo o calcularlo? Propio es de la naturaleza el esconderse.
El día que el hombre pueda entender el fuego oculto que arde en todas las cosas del universo, y el día que el hombre conozca quién es el cálculo perfecto que enlaza todo lo existente, ese día el hombre empezará a estar de verdad, un poco más cerca de aquello que existe y se mueve a través de cualquier ciencia y filosofía. Y aquello que vibra en todo, sólo puede ser un algo que desborde el conocimiento, un algo tan absoluto y eterno que no pueda ser abarcado y mucho menos estudiado. Lo que es en cuanto que es, es lo que llamo Dios, pues dicha palabra está vacía, no evoca imágenes ni significado, es una palabra que al aplicarla en la realidad, sería para señalar lo absoluto, no lo singular. Ya que todo lo que habría que abarcar para definir a Dios, no cabe en cuatro palabras para nombrarlo o señalarlo, no es un algo individual (como la palabra manzana señala e individualiza la manzana, ello gracias al hecho de poder conocerla y señalarla), por ende, no cabe en la cabeza del hombre, sólo cabe en toda la vasta naturaleza.

martes, 10 de julio de 2012

Cuando el río fluye.


No ha llovido lo suficientemente fuerte como para anegarse mi camino de agua. Aún así tuve una temporada donde mis rodillas se veían cubiertas por un caudal oscuro y tormentoso que discurría hacia un inhóspito lugar, hacia ese lugar voy yo.
La monotonía de la corriente me aburría, y no hablemos del frío que escalaba desde mis pies hasta la punta de los pelos de mi cabeza, dejando tras de sí una fina capa de escarcha helada que con cada corriente de aire nuevo, generaba otra descarga gélida. Era horrible. A veces pensaba que caminaba en círculos. Las señales que aparecerían por el camino me frenaban y me obligaban a dar otra vuelta. Era como una especie de Sísifo, pero en vez de tener que empujar una piedra, cargaba sensaciones y pensamientos que terminaban dando tanto peso, o más, que la roca. Siempre me he visto asqueado por ello. Siempre me he preguntado por qué tengo que cargar con errores ajenos sin escuchar un <lo siento> que haga más amena la tortura. Hoy día observo la cara de resignación, miro ese caminar cimbreante, escucho ese <lo siento>. Pero los hechos hablan, y la sangre sigue derramada. Es la decepción y la sensación de amargura que me dan, al observar algo que pudo no ser, pero fue. Más ese es el devenir, algo que tuvo origen, fluyó, se desarrolló y culminó. Tras él sólo queda el desierto. No quedan bonitas sensaciones, ni hermosos recuerdos. Queda un desierto con una flor en el centro del mismo. Es eso a lo que llamamos esperanza, pero yo he querido arrancarla, para mí no existe la esperanza. El agresivo viento y la tierra seca matarán esa flor que se alimenta de un algo que no existe. Se alimenta de una ilusión… es eso, una ilusión.
Pienso que es algo con lo que tendré que vivir siempre. Con raspaduras y magulladuras que no curarán, no dejarán de sangrar… y no por egoísmo o rencor, sino porque hay heridas que sólo pueden ser curadas por quien las originó.
Vivo en un constante devenir, no sé qué pasará ni qué está pasando. No me importan los grandes objetivos, tampoco me importan las grandes metas. No espero llegar a ningún lado, sólo quiero saber dónde estoy. No quiero miles de amigos, solamente quiero un amigo que me hable siempre con la verdad, aunque duela. Le pido sólo una cosa, lealtad. Yo soy leal si veo que hay un mínimo de cuidado sin engaños. Si te soy sincero, mis padres me han traído a este lugar desconocido, lleno de anónimos y secretos, un lugar donde siempre hay nubes oscuras que cubren una hermosa perla; la humildad. Pero para qué vamos a mentirnos si nuestra primera reacción es ocultarla, pensando que así seremos más fuertes y que gozaremos de algo durante un instante más, hasta que la nube se disipe. Y si esta no ha dejado translucir la perla que cubre, terminará difuminándose en su propia mentira. Sólo lo que al principio consigue mostrar su belleza más pura, es lo que al final seguirá brillando. Cuando digo esto siempre pienso en el comienzo del universo, que fuese como fuese, ha brillado desde el principio y aún continúa… reluciente, cambiado pero brillante. Esto es aceptar el devenir, eso que surge, pasa y culmina. Aceptarlo es reconocer que aunque quede sólo un desierto cuando hubo algo de vida, ese desierto es hermoso, porque tras él hubo algo y sobre él podrá llegar a haber otra cosa.
Escribo porque estoy brillando, intento aprender a brillar cada vez con más pureza, como lo que soy y quien soy. No me importa donde esté ni cómo esté, sólo quiero esa lealtad de alguien que quiera brillar al igual que yo. Sólo quiero a esa persona que aunque no sepa definirme lo que es amor, quiera dejar hasta el último de sus intentos por conseguirlo definir. Porque yo he nacido solamente para aprender a amar, no para aprender a ocultar mi amor.
¡Desidia traicionera quiéreme tumbar
haciendo a mi voluntad tambalear!.
Sin verla juro sentirla, sin llamarla juro escucharla,
obnubilada mi mente por su vaho delira.

Desorientado siento desvanecer,
 ¡fuerza me falta al decidirme recomponer!.
Sus quiméricos sueños reposan en mi mano,
corrosivos cortes crean  
ofuscando toda acción nacida de la razón.

Mas los soles que vencen en mí yacen
y sus amaneceres al abrir mis ojos nacen.
A mi ser habré de profanar,
ya que en él la fuerza aguarda.

Arduo esfuerzo va a costar
mas la satisfacción en mí renacerá.
¡Armonía cósmica canta una canción, 
anima al casi poeta, al casi vividor,
pues él se atrevió a desafiar,
las lindes que crean separación!.

BlackFrog

Translator, choose your language.

Seguidores