Mi vida no es una pieza, mi vida son miles de ellas.

Es increíble los lazos que se pueden entablar con una persona.

Si os soy sincero mi corazón es un puzzle y cada pieza tiene una foto y un nombre, y como no, tiene su lugar donde va puesta.
Tengo muchas piezas pero algunas están ausentes, están pero no están.
Os echo de menos mis queridas piezas, sé que no os iréis totalmente porque vuestro espacio ya está marcado en mí, pero noto el hueco que queda tras haberos levantado e iros.
Es como si el hueco fuera todo lo vivido y da igual si es poco o mucho, lo que importa es la intensidad. Y la ausencia que noto es grande, profunda... La pieza sería la persona, su presencia física.
Hay entonces varios huecos sin sus piezas dentro... estoy... incompleto.
Imaginaos cómo de incompleto estoy, que las otras personas que quedan las estoy abrazando con fuerza para así sentir un poco de calor ahora que llega el invierno.
Sé que no os habéis ido para siempre, pero sé que esta especie de soledad, esta nostalgia no la puedo evitar ¿y por qué?

porque os quiero.

Porque no estoy acostumbrado a pilotar mi barco solo, porque mi vida es eso, un barco que navega por infinitos mares y cuanto más viaja, más tripulación entra abordo y cada persona nueva es una nueva presencia. Imaginaos lo extraño que es pilotar un barco que llora vuestra presencia.
Aunque... sonrío, sonrío porque tengo la suerte más grande del mundo y es la suerte de haberos conocido.

Espero que no os perdáis, recordad que puedo ser brújula que ayude a guiaros.
Espero que no os sintáis solos, recordad que hay un barco por ahí que navega, que recuerda que es vuestro también.
Espero que no olvidéis que sois mi viento que sopla a todo babor, que sois los rayos de sol que hacen brillar el mar, que sois pese a todo la razón por la que zarpo todos los días, navegando por lugares desconocidos, lleno de amor.