Que sea para los dos.

Poco a poco se va acercando el momento en que tendrás que verte claro en al agua.

Dicen que en los ojos se ve el reflejo del alma, pero cuando ves tu reflejo y te fijas en tus ojos ¿ves claridad?.

Me confieso que tengo miedo, hay cosas que están cambiando.

Yo mismo estoy cambiando, muy rápido, me asusta.

Ojala fuera solo eso lo que me acobarda, pero es algo más, es algo bonito, distinto, otro tipo de situación.

Antes de hablar necesito oír que nada cambiará, no me cabe pensar que me lanzaré a un vacío; sin cuerdas, sin algo a lo que pueda agarrarme y saber que por lo menos me puedo salvar.

                            

Aunque me grite mil veces lo mismo, parece que no lo oigo.

Es que hasta me miento a mi mismo, no lo quiero escuchar.

También es verdad que hay momentos en los que uno quiere oír solo lo que se imagina. Pero ya es que tengo asumido todo, bueno, no tan asumido.

Pienso que es por que me importa de verdad.

Imagina que estás en un desierto con alguien y tenéis mucha sed y solo tienes tres opciones:

·Darle el agua al otro y tú no beber.

·Beber toda el agua tú.

·Beber los dos un poco cada uno.

Por eso pienso que esto ya es situación de dos, y yo como portador del agua, tengo miedo que solo beba yo y tú puedas morir por esperar y yo sin saber que quieras. 

También tengo miedo de que bebas solo tú y yo espere hasta desesperar, y tú sin saber que yo quiero.

Solo queda una opción y creo que ya hemos dado el primer paso, beber del agua un poco. ¿De verdad quieres seguir bebiendo sorbito a sorbito? ¿No es mejor dar un buen trago?
Yo se ya que no quieres las dos primeras opciones; se que no quieres beber solo ni que beba solo yo y finalmente hemos optado por la tercera, pero a paso lento.

El agua es pura y sincera, no envenena.

Esto es como un momento spider-man, aquel en el que lo único que veía si miraba a lo alto era tu cara, tus ojos en los míos y más tardar... tus labios en los míos.

Tal vez no se vuelva a dar.